Se indica el uso del biberón sólo en los casos donde la lactancia materna no sea efectiva o no sea posible por diversas causas. El biberón sólo debe ser utilizado como vehículo para la leche; los zumos o derivados no deben ser introducidos, del mismo modo se desaconseja la adición de azúcar o miel al biberón por ser un claro factor de riesgo de la caries de la primera infancia.
El factor clave para la prevención de la caries de la primera infancia es el hábito de higiene oral diario.
Mientras más temprano se empiece con la higiene oral, menores las probabilidades de que el niño desarrolle caries. La higiene bucal infantil es responsabilidad de un adulto, al menos hasta que el niño posea la habilidad motora adecuada para efectuar estos procedimientos, nunca antes de los 6 años.
Hay que tener en cuentan que alrededor del cuarto mes de vida, antes que erupcionen los primeros dientes, se debe empezar con la estimulación oral para acostumbrar al bebé a la manipulación de su boca e instaurar un hábito de higiene oral precoz. Para esta etapa se pueden utilizar dedales de silicona o gasas humedecidas en agua. De igual manera, a partir de la erupción del primer diente, estos deberán ser sustituidos por un cepillo infantil blando.
No se recomienda que el bebé se quede dormido mientras toma el biberón, pero si esto sucede hay que tener en cuenta que se le deben limpiar los dientes antes de acostarlo para evitar la aparición de la caries de la primera infancia.
Los bebes están en continuo crecimiento, y por lo tanto, hay que tener en cuenta que el biberón puede interferir en este proceso, y por ello, para la prevención de maloclusiones, se recomienda la tetina anatómica/ortodóntica con un orificio pequeño.
El uso del biberón debe abandonarse progresivamente a partir de los 12 meses, para fomentar el cambio de un patrón alimenticio de succión a masticación; razón por la cual los padres deben intentar que sus hijos beban en vaso hacia el primer año.
Con la erupción de los primeros molares y caninos, alrededor de los 16 – 20 meses, la masticación se vuelve más eficiente y es a partir de ese momento cuando se debe abandonar definitivamente el biberón. La persistencia del biberón puede favorecer un patrón de succión infantil; la aparición de una deglución atípica y posteriormente maloclusiones.